Las primeras horas después del parto no son fáciles para tu bebé: después de estar protegido y en un ambiente cálido, salir al mundo es todo un desafío, por lo que es muy importante que permanezca en tus brazos el mayor tiempo posible y cuantas veces lo necesite.
Mucha gente piensa (y te aconsejará) que no acostumbres a tu bebé a estar en brazos todo el tiempo, porque después llorará cuando lo dejes solo en su cunita. En realidad, un bebé tan pequeñito y sobre todo un bebé recién nacido llora porque necesita cubrir ciertas necesidades y en este caso se trata de sentirse seguro y protegido.
Otra de las razones por las que un bebé pequeño llora es debido a los cólicos, los cuáles, aunque son muy comunes, son bastante molestos y capaces de provocar el llanto durante toda la noche. Sentir el amor de sus padres a través de un abrazo cálido y reconfortante sin duda ayuda a aliviar cualquier dolor o sufrimiento.
El abrazo además tiene un poder grandioso para comunicar mucho más de lo que las palabras lo harían: transmite confianza, fortaleza y afecto, lo cual, viniendo de los padres, ayuda creando un vínculo afectivo y un acercamiento verdadero entre ambos, algo que a futuro, ayudará en su actitud y autoestima.
¡Así que corre a abrazar a tu bebé y hazlo cuanto más puedas, todos los días!
